No sabía que en el segundo cajón de la mesita de mi cuarto hubiera una grapadora, y menos que ésta fuera naranja con un soporte negro. Me hubiese venido muy bien hace unos días cuando necesitaba grapar unas cuantas hojas, pero desconocía su existencia, así que me tuve que conformar con un clip que estaba algo doblado y no aseguraba que las páginas se mantuviesen adjuntas por mucho tiempo.
Ahora, con la grapadora en la mano, pienso: ojalá me hiciera falta grapar algo. Pero no. Bueno, de todas formas, voy a probar si funciona bien. Grapo dos hojas rayadas con garabatos y cosas sin sentido- en una pone "Y estaba el señor don Gato...", diría que fue el aburrimiento, pero tiene mi letra- y compruebo que el funcionamiento de la herramienta naranja es óptimo. Doblo las hojas por la mitad y uno las cuatro esquinas. Me ensaño y grapo tambien los bordes. La verdad es que va muy bien, cómo no la había descubierto antes. Los papeles están llenos de grapas y ya es muy poco para mí , he de pasar a otro nivel: grapo aquellas hojas contra un tablero de corcho que tengo en mi habitación. Necesito más. Cojo una revista de un grosor considerable y, con 4 grapas, la invito al club del corcho. Observo una foto sujeta al tablero por una chincheta, y aplico un grapazo en la frente de cada uno de los que salimos en la imagen. El siguiente paso es la pared, pruebo a grapar una hoja en blanco, pero, después de dos intentos fallidos, me doy cuenta de que me he quedado sin munición. Tengo que descubrir a cuánto está la grapa en el mercado, es decir, en la papelería.
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interesante.
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