Un señor abre la puerta de un todo terreno y le pregunto –con gestos– si se va. Me dice que sí con la cabeza y retrocedo, marcha atrás, unos dos metros. Cuando sale, introduzco el coche en el aparcamiento en batería que ha dejado libre el 4x4. Ha salido de cara, por tanto, cabe suponer, cuando aparcó, decidió hacerlo de culo. En estos tiempos que corren, son muchos los que se decantan por entrar de culo para, luego, poder salir de cara. Hacer primero lo difícil, sacrificándose, para que lo fácil quede para el final. Supongo. Pero no me siento identificado con esa corriente, así que lo meto de frente.
Bajo del coche y compruebo que la tendencia a estacionar marcha atrás en los aparcamientos en batería es tal que los dos vehículos inmediatamente paralelos al mío están de cara a la vía, es decir, han aparcado de culo. Me imagino a sus respectivos conductores poniendo primera para salir orgullosos del parking, de frente, cómo no.
Cruzo la calle y llego hasta la puerta del parque donde está ella. Dos besos, primero. Inmediatamente, le pregunto si lleva mucho tiempo esperando. Dice que no, que menos de un minuto. Pues menos mal, es nuestra primera cita. Me he dado cuenta de que es tan guapa como me pareció el viernes pasado en aquel bar -¡BIEN! No fue cosa del alcohol-, pero eso, en todo caso, se lo diré más tarde, si es que procede. Decidimos tomar algo en alguna terraza, por ejemplo, ésa que hay al otro lado del parque.
Ella pide granizado de limón. A mí no me apetece tomar nada, de modo que pido un nestea. Tardan un poco en servirnos, pero por fin lo hacen. Cuando ella bebe el primer sorbo, dice que está buenísimo y me ofrece probarlo. Le contesto que vale y, efectivamente, está muy bueno. Le digo que mi nestea también lo está y le devuelvo la oferta. Entiende la broma y se ríe ¿Cuándo ha estado buenísimo un nestea?
Nos miramos con la sonrisa en la boca. Creo que me he quedado en blanco. El silencio se alarga hasta que recupero la compostura y disparo:
- ¿Tú cómo estacionas en los aparcamientos en batería?
- ¿Cómo?-, pone una cara muy graciosa de sorprendida.
- Sí, ya sabes, se puede aparcar de frente o de culo…
- Pues yo no lo hago de ninguna de las dos formas.
- ¡Venga ya! Entonces, ¿Cómo?
- Es que no conduzco.
- Ah…
Me pide que le aclare a qué viene esa pregunta. Y le explico que creo que la forma de aparcar tiene que ver con la personalidad de cada uno. “¿Cómo lo haces tú?”, quiere saber. La invito a que lo compruebe. Pago el granizado y el nestea -qué mal me sabe pagar el nestea-. Nos montamos en el coche. El mío, evidentemente. Doy marcha atrás y nos vamos, no diré adónde. Mientras salimos de esa calle, da la impresión de que los coches que están estacionados de cara a la vía -o sea, los que fueron aparcados de culo- nos miran celosos con los faros apagados. Ellos se quedan allí.
martes, 20 de julio de 2010
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